- 02 de octubre de 2024
Sheinbaum honra a las víctimas del movimiento estudiantil del 68 y ofrece una disculpa pública por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la matanza de Tlatelolco.
En su primera conferencia como presidenta de México, Claudia Sheinbaum marcó un momento trascendental al revivir el doloroso legado del 2 de octubre de 1968, una de las heridas más profundas en la historia del país. Recordando la "Matanza de Tlatelolco" y vinculando su historia personal con aquel trágico evento, Sheinbaum no solo rindió homenaje a las víctimas, sino que también ofreció una disculpa pública en nombre de su gobierno, abriendo un nuevo capítulo en la lucha por la justicia y el reconocimiento de los crímenes cometidos hace más de medio siglo.
"Soy hija del 68", declaró la presidenta Sheinbaum, la frase, lejos de ser una simple mención histórica, encapsula el origen de su lucha y compromiso con los movimientos sociales que buscan justicia y transformación. La relación personal de Sheinbaum con el movimiento estudiantil de 1968 es profunda: su madre fue una activa participante en aquel movimiento, lo que la ha marcado desde siempre.
Este pasado se reflejó en su decisión de que su gobierno, a través de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, ofreciera una disculpa pública a los familiares de las víctimas y a los sobrevivientes de la masacre de Tlatelolco. En su discurso, Sheinbaum hizo hincapié en la necesidad de reconocer los crímenes de lesa humanidad que se cometieron y de romper con la impunidad que ha rodeado estos hechos durante más de cinco décadas.
"Es una obligación moral y política", subrayando que su administración no será cómplice del silencio que ha cubierto el tema durante tanto tiempo. El gesto no solo fue recibido con aplausos, sino que también abrió la puerta a una nueva etapa de reflexión y memoria en México, donde aún quedan heridas por sanar.
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La voz de los sobrevivientes: Un punto de partida para la justicia
La respuesta de los ex integrantes del movimiento del 68 no se hizo esperar. Félix Hernández, miembro destacado del Comité del 68, agradeció profundamente a Sheinbaum por este acto de reconocimiento. "Es un punto de partida para romper la impunidad", expresó Hernández, señalando que esta disculpa pública es un paso clave para que finalmente se haga justicia y se juzgue a aquellos responsables de la represión que aún no han rendido cuentas.
Para los sobrevivientes y familiares de las víctimas, la disculpa fue vista como un hecho histórico que marca un antes y un después en la búsqueda de justicia. Durante años, la impunidad ha sido un obstáculo para sanar las heridas del pasado, pero Hernández enfatizó que este reconocimiento oficial puede abrir las puertas a nuevos procesos legales contra los perpetradores que siguen sin ser juzgados.
"Fin de la impunidad": Un mensaje esperanzador
Hernández fue claro en su mensaje, la impunidad es el mayor enemigo de la justicia en casos como el de Tlatelolco. "Si no logramos vencer la impunidad, estos hechos seguirán repitiéndose en la historia", advirtió. Sin embargo, el tono de su discurso no fue pesimista, sino esperanzador. Para él, la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia representa un nuevo amanecer en la lucha por la verdad y la justicia.
En sus palabras, destacó la importancia de que Sheinbaum haya reconocido su conexión personal con el movimiento del 68. "Ella es parte de nuestra historia", afirmó Hernández, haciendo eco de los sentimientos de muchos que ven en la nueva presidenta una aliada en la búsqueda de un país más justo y libre de represión.
Un legado que trasciende generaciones
El impacto del movimiento estudiantil del 68 no solo cambió el curso de la historia de México, sino que también sembró las semillas para generaciones futuras de activistas y luchadores sociales. José de Jesús del Campo, ex líder del movimiento, fue contundente al señalar que las transformaciones sociales y políticas que se están viviendo actualmente son fruto de aquel levantamiento estudiantil.
"Nosotros no queríamos ser héroes ni mártires, solo queríamos un cambio", comentó del Campo, recordando cómo, en medio de la incertidumbre y el peligro, los estudiantes que se reunieron en Tlatelolco sentaron las bases de una nueva forma de pensar. Hoy, más de cinco décadas después, esa lucha sigue vigente y ha evolucionado, convirtiéndose en una fuerza que impulsa las reformas actuales.
El compromiso de un gobierno: "Nunca más un gobierno represor"
Martí Batres, jefe de gobierno de la Ciudad de México, también se sumó a la conmemoración, destacando la importancia de que un gobierno actual reconozca los errores del pasado. "En 1968, el gobierno masacró a sus propios hijos", señaló Batres, refiriéndose a los estudiantes que fueron brutalmente reprimidos por el régimen de Gustavo Díaz Ordaz.
El funcionario destacó que desde 2018, con la llegada de un nuevo gobierno, se ha puesto fin a la era de los gobiernos represores, abriendo un nuevo capítulo en la historia del país. En su discurso, Batres enfatizó que las libertades conquistadas por los movimientos sociales y estudiantiles de los años 60 siguen siendo defendidas y profundizadas por la administración actual.
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La intervención de Batres cerró un evento cargado de simbolismo, donde se recordó que la lucha por la justicia y la libertad continúa. "Con la 4T, los cambios no solo continúan, sino que se profundizan", aseguró Batres, subrayando la importancia de que hoy México tenga una presidenta que entiende, por experiencia propia, lo que significa luchar desde la oposición y desde las calles.
El homenaje a los estudiantes del 68 no solo fue un reconocimiento al pasado, sino un compromiso con el futuro. Tanto Sheinbaum como Batres coincidieron en que la memoria de Tlatelolco es una guía para continuar luchando por nuevas transformaciones sociales y políticas, siempre con el objetivo de que los crímenes de lesa humanidad no vuelvan a repetirse.
La disculpa pública ofrecida en su primera conferencia matutina es solo el primer paso en un camino que busca hacer justicia a las víctimas de Tlatelolco y de otros crímenes similares que han quedado impunes a lo largo de la historia de México. En este sentido, su gobierno promete ser un defensor incansable de la verdad y la justicia, guiado por las lecciones del pasado.
La matanza del 2 de octubre de 1968 sigue siendo una herida abierta en la memoria colectiva de México, pero con el reconocimiento de su gravedad y la promesa de no repetir los mismos errores, Sheinbaum ha dado un paso crucial para cerrar este doloroso capítulo de la historia nacional.
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