- 16 de noviembre de 2024
El caso de Rafael Pérez Hernández, conocido como El castillo de la pureza, estremeció a la Ciudad de México entre 1941 y 1959.
La Ciudad de México ha sido escenario de muchas historias perturbadoras que han conmocionado a la población, una de ellas es el caso de Rafael Pérez Hernández, un hombre que, cegado por una mezcla de autoritarismo y paranoia, decidió encerrar a su familia durante más de una década.
Este oscuro relato, conocido como "El castillo de la pureza", no solo inspiró una famosa película mexicana dirigida por Arturo Ripstein en 1973, sino que reflejó los límites extremos a los que puede llegar el control paterno bajo la idea de proteger a los suyos de un mundo al que consideraba corrupto e impuro.
Durante más de 18 años, desde 1941 hasta 1959, Pérez Hernández mantuvo a su esposa Sonia María Rosa Noé y sus seis hijos encerrados en su casa, bajo un estricto régimen de control y aislamiento. La obsesión de este hombre por proteger a su familia del "peligro" del mundo exterior lo llevó a cometer actos que rayaban en el abuso y la crueldad.
Un encierro de casi dos décadas
La historia comenzó en 1941 cuando Rafael Pérez Hernández decidió aislar a su familia para supuestamente preservar su pureza moral. El lugar en donde vivían, conocido como "La casa de los macetones", ubicado en la esquina de Insurgentes Norte y la calle de Godard, en la colonia Vallejo de la Ciudad de México, se convirtió en una prisión impenetrable.
Sus hijos, Indómita, Libre, Soberano, Triunfador, Bien Vivir, y Libre Pensamiento, quienes nacieron y crecieron dentro de esas paredes, nunca tuvieron contacto con el exterior ni asistieron a la escuela. Para ellos, el mundo se reducía a las habitaciones y pasillos de su hogar, trabajando en la elaboración de veneno para ratas.
Rafael Pérez Hernández imponía un régimen basado en el miedo y la obediencia. Las reglas eran inquebrantables, y cualquier intento de transgresión se castigaba severamente. Su esposa, también víctima del control, se mantuvo en la misma situación, incapaz de desafiar la autoridad de su esposo. Las condiciones de vida en el hogar eran austeras, y los niños fueron privados de experiencias y conocimientos básicos sobre la sociedad.
El día de la libertad
El caso llegó a su fin en 1959, cuando Indómita escribió una nota pidiendo auxilio y la tiró a la calle con la esperanza de que alguien la leyera. Afortunadamente, en su tercer intento, un vecino se topó con la nota y llamó a las autoridades.
Esta llamada de auxilio llevó a las autoridades a investigar, revelando un escenario inimaginable de aislamiento y control. El rescate de la familia expuso los abusos y las condiciones extremas en las que habían vivido. No obstante, Pérez Hernández negó las acusaciones en su contra y acusó a su familia de tenderle una trampa para quedarse con su dinero.
La noticia sacudió a la sociedad mexicana, y las imágenes del hogar y las historias de los niños, que apenas conocían la luz del sol, causaron un impacto profundo.
La detención de Rafael Pérez Hernández marcó el inicio de un proceso judicial que atrajo la atención mediática. Fue acusado de privación ilegal de la libertad y maltrato y encerrado en la prisión de Lecumberri.
Lamentablemente, la familia fue abandonada a su suerte ya que nunca recibieron apoyo por parte de instituciones o del mismo gobierno, por lo que nunca pudieron integrarse a la sociedad. Por su parte, Pérez Hernández se quitó la vida al colgarse de una cuerda en su celda el 13 de noviembre de 1972.
Representaciones artísticas y el legado del caso
En 1973, el cineasta Arturo Ripstein llevó a la pantalla grande una versión dramatizada del caso en su película El castillo de la pureza que capturó la esencia de la opresión y la tragedia de una familia encerrada bajo la sombra de un padre tirano. Por su parte, el escritor Luis Spota escribió la novela La carcajada del gato, la cual está levemente basada en el caso.
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