- 01 de octubre de 2024
En 1988, Gilberto tocó tierra en dos ocasiones en México. Beryl podría seguir la misma trayectoria sobre la península de Yucatán y el Golfo de México
En septiembre de 1988 el huracán Gilberto que alcanzó la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson devastó todo a su paso por el Caribe, Península de Yucatán y Golfo de México. Se trata de la segunda tormenta tropical más intensa registrada en el Océano Atlántico, sólo por detrás de Wilma en 2005. La trayectoria de Beryl, la poderosa tormenta que avanza hacía México es muy similar a la de Gilberto, que tocó tierra en dos ocasiones en las costas del país.
Gilberto causó 341 víctimas y daños materiales por 5.5 mil millones de dólares, dejando escenas de destrucción impregnadas en la memoria colectiva. Ahora, el huracán categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, Beryl, que azota el Caribe se dirige a la península de Yucatán.
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El fenómeno, catalogado como potencialmente destructivo, se ubicaba el 2 de julio a 2,000 km al este-sureste de Cancún, Quintana Roo. Para el jueves se esperan lluvias torrenciales, fuertes vientos y oleaje elevado en las costas mexicanas.
En Yucatán y Quintana Roo las autoridades se mantienen en alerta y la población ha comenzado a realizar compras de pánico ante el inminente impacto en una zona ya de por sí afectada por recientes tormentas, como Alberto y Chris, que han dejado inundaciones y afectaciones.
La trayectoria de Gilberto (arriba) 1988 | La posible trayectoria de Beryl, según Conagua 2024
¿Cómo impactó el huracán Gilberto a México en 1988?
En septiembre de 1988, el huracán Gilberto marcó un antes y un después en la historia de los desastres naturales en México. Conocido como el ciclón tropical más mortífero y destructivo del siglo XX en el Atlántico, Gilberto dejó una huella imborrable en la península de Yucatán y en gran parte del país.
Gilberto alcanzó la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, la máxima en la clasificación de huracanes, caracterizada por vientos sostenidos de más de 250 km/h. El 14 de septiembre, la tormenta tocó tierra en la península de Yucatán, desatando su furia con vientos huracanados, lluvias torrenciales y oleaje devastador.
El impacto del huracán fue catastrófico. Las ciudades costeras de Cancún y Cozumel fueron particularmente afectadas, con daños materiales que ascendieron a miles de millones de pesos. En la región, la infraestructura quedó devastada: carreteras, puentes, viviendas y servicios públicos colapsaron bajo la fuerza de la tormenta.
La pérdida humana fue trágica. Se registraron más de 300 muertes en México, aunque la cifra exacta nunca se pudo determinar debido al caos y la destrucción. Miles de personas quedaron sin hogar, y comunidades enteras tuvieron que ser evacuadas. La respuesta de emergencia se vio abrumada por la magnitud del desastre, y la reconstrucción tomó años.
El huracán Gilberto no solo causó devastación física, sino que también dejó una profunda impresión en la memoria colectiva de los mexicanos. Su impacto resaltó la vulnerabilidad del país ante fenómenos meteorológicos extremos y subrayó la importancia de la preparación y respuesta ante desastres naturales.
En los años posteriores, México tomó medidas significativas para mejorar su sistema de protección civil y reducir los riesgos asociados a huracanes y otros desastres naturales. Se implementaron planes de evacuación más efectivos, se fortalecieron las infraestructuras y se promovió una mayor conciencia pública sobre la importancia de estar preparados.
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