- 01 de octubre de 2024
La presidenta del grupo empresarial PEO y ahora una de las mujeres más importantes de la Cuarta Transformación en el nuevo sexenio ha demostrado que el éxito no se hereda, sino que se construye.
Altagracia Gómez, reconocida como una de las 100 mujeres más poderosas de México, es un ejemplo de cómo el verdadero liderazgo y éxito empresarial no se heredan, sino que se forjan con dedicación y esfuerzo. A sus 30 años, dirige uno de los conglomerados más importantes del país, demostrando que en cada logro hay una historia de trabajo, disciplina y valores familiares que la han convertido en una figura clave.
Altagracia no solo lleva en su sangre la herencia jalisciense, sino también un instinto empresarial y de liderazgo que ha sido pulido a lo largo de generaciones. Nacida en el seno de una familia con una sólida trayectoria empresarial, Altagracia ha sabido transformar ese legado en un imperio que continúa creciendo y diversificándose bajo su dirección.
Hoy en día, lidera el grupo empresarial PEO, un conglomerado que abarca desde el grupo Minsa, hasta el transporte con Dina, incluye sectores inmobiliarios y logística con marcas como AP Solutions, Campo Fino y Siembra Capitales. A pesar de haber nacido en lo que muchos llamarían "cuna de oro", su éxito no se debe únicamente a las oportunidades que su familia le brindó, sino al arduo trabajo que ha realizado.
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El legado de una familia emprendedora
La historia del grupo PEO se remonta a 1950, cuando su abuelo, Alfonso Gómez, decidió dejar su empleo en el hotel Roma de Guadalajara para fundar la primera lavandería industrial en la ciudad, lo que lo llevaría a crear Panoramics, una empresa dedicada al turismo. Este espíritu emprendedor paso a Raymundo Gómez Flores, padre de Altagracia, quien asumió el liderazgo de los negocios familiares y se propuso expandirlos aún más.
En 1970, Raymundo Gómez cerró la lavandería para embarcarse en un nuevo proyecto: el desarrollo inmobiliario, bautizando su primer proyecto como "Altagracia" en honor a su madre. Años más tarde, Raymundo adquirió la empresa Dina, y en los 90, con un crédito, construyó el hotel Camino Real en Acapulco y compró el grupo Minsa, consolidando así un conglomerado que daría empleo a las futuras generaciones de la familia Gómez.
Para Altagracia, el éxito empresarial no es solo cuestión de herencia. En su familia, el dinero y los negocios no eran temas centrales en las conversaciones. En cambio, desde pequeña, se le inculcaron valores fundamentales como la autosuficiencia, la disciplina y la importancia de mirar a las personas a los ojos. Estos principios fueron transmitidos por su padre, a quien Altagracia considera su principal mentor.
"Mi papá era un guía, nos inculcó disciplina... Quizás eran ideas de otras generaciones, pero adaptadas a la realidad... Desde niños no estuvimos cegados al quehacer de la sociedad, nos enseñaron a ser tolerantes a la frustración", recordó Altagracia en una entrevista.
Estas enseñanzas fueron reforzadas con lecturas como la Carta de Álvaro Obregón, un texto que resalta el ingenio y el valor de las cosas, advirtiendo sobre los peligros de las posiciones ventajosas. Uno de los aprendizajes más valiosos que adquirió de su padre fue la importancia de completar las tareas, sin importar si se delegan o se realizan personalmente.
"El poder se toma, nadie te lo va a dar... son temas de carácter de cómo debe moldearse el carácter de la gente. Si soy presidenta no es sólo por lo que sé, sino por cómo soy, es por lo que hago... Aprendí que sólo quien lo quiere hacer puede, el dinero no es el límite".
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Un camino forjado desde la juventud
Altagracia comenzó a trabajar formalmente a los 13 años, ayudando a su padre en su fallida campaña legislativa y realizando tareas de monitoreo de medios. Fue durante esta etapa que entendió que las empresas familiares son los verdaderos "unicornios", ya que la lealtad y el compromiso que se generan dentro de un entorno familiar no tienen comparación.
"Cuando entras a la administración, entras a ver qué aportas y no qué sacas. Porque en la empresa hay objetivos que se tienen que cumplir por el bien de todos y hay cosas que no se pueden heredar como la confianza, el éxito, la admiración, se tienen que trabajar, y mucho, y uno de los éxitos de esta familia es que los temas de organización y mando son por mérito y no por apellido", afirmó.
Encuentros y desencuentros en el camino político
El camino de Gómez hacia la Cuarta Transformación comenzó, irónicamente, con un desencuentro. Todo inició cuando la empresaria acudió a una audiencia ciudadana en la CDMX, durante el mandato de Claudia Sheinbaum como jefa de gobierno, para discutir las bases de una licitación en el sector del transporte público. La empresa Dina no resultó ganadora, lo que la llevó a un primer contacto no muy favorable con Sheinbaum.
Su percepción cambió cuando ambas se encontraron durante la implementación del Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic). Esta ocasión, Sheinbaum visitó Guadalajara para dialogar con productores de maíz, interesándose en los factores que influían en el aumento de precios de la tortilla y en el precio internacional del maíz. Quedó impresionada por la disposición de la entonces jefa de gobierno para buscar soluciones en beneficio del consumidor final.
Este encuentro fue crucial para la empresaria, quien, tras ver la determinación y apertura de Sheinbaum, decidió sumarse a su proyecto político, asumiendo el rol de coordinadora de Desarrollo Económico Regional en su campaña presidencial. "Sheinbaum no es una gobernante que solo dicta, sino que pregunta y, sobre todo, se preocupa por ayudar al consumidor final, esto es admirable en quien ejerce cargos públicos", reconoce Gómez Sierra.
Una voz entre empresarios y gobierno
En su nueva función, Gómez desempeña un papel clave en los Diálogos por la Transformación, donde se delinean planes para el desarrollo económico regional y la relocalización de empresas globales. Como interlocutora entre la candidata presidencial y los empresarios, Gómez conoce de primera mano las necesidades y desafíos de los distintos grupos empresariales, desde grandes corporaciones hasta pequeñas empresas que a menudo no son escuchadas.
Su objetivo es claro: integrar a estos sectores en el proyecto de nación que Sheinbaum propone, asegurando que, de llegar a la Presidencia de la República, se promueva un desarrollo equitativo y sostenible para todos. Con su experiencia y conocimiento, Altagracia está en una posición única para crear puentes entre el gobierno y el sector privado, consolidando alianzas que impulsen el crecimiento económico del país.
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