Teresa González Murillo, mujer buscadora, muere tras brutal ataque en su hogar

La violencia arrebató la vida de Teresa González Murillo, mujer buscadora que dedicó sus últimos meses a la incansable lucha por encontrar a su hermano desaparecido. El atentado ocurrió en su propio hogar, cuando individuos armados intentaron secuestrarla. Teresa resistió, pero las heridas sufridas fueron fatales, según información extraoficial, habría recibido un disparo en la cabeza.

Su fallecimiento, confirmado recientemente por su colectivo, deja un vacío irreparable y una exigencia de justicia que no puede ser ignorada.

"Sigamos luchando, no cesen": el legado de Teresa

Apenas el pasado 15 de marzo, durante el luto nacional por la masacre en Teuchitlán, Teresa alzó la voz con la determinación que siempre la caracterizó. Frente a Palacio de Gobierno, lanzó un mensaje que hoy resuena con más fuerza que nunca:

"Sigamos luchando, no descansen compañeros, no cesen, exijámosles, ¡porque saben!, somos más pueblo que gobierno." Su llamado a la resistencia y a la unidad de los colectivos de búsqueda es ahora un estandarte que sus compañeros han prometido mantener vivo.

La falta de protección para quienes, ante la omisión del Estado, buscan a sus desaparecidos con sus propias manos es un problema que sigue cobrando vidas. Organizaciones y activistas han denunciado repetidamente la impunidad que rodea estos crímenes y la indiferencia de las autoridades para garantizar la seguridad de quienes dedican su vida a esta causa.

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Exigen justicia y protección para buscadoras

El colectivo de Teresa exige una investigación exhaustiva y transparente que lleve a la captura de los responsables de su asesinato. También han demandado medidas urgentes para garantizar la seguridad de todas las personas que forman parte de colectivos de búsqueda. "No podemos permitir que sigan matando a quienes buscan justicia. No basta con lamentos, necesitamos acciones concretas", expresaron en un comunicado.

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La muerte de Teresa no solo deja un profundo dolor en su familia y compañeros de lucha, sino que evidencia, una vez más, la vulnerabilidad en la que se encuentran quienes exigen verdad y justicia en un país donde la impunidad sigue siendo la norma. Su luz se ha apagado, pero su causa sigue más viva que nunca.

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